Un hermano Melvan en New York el 11 de septiembre de 2021 va a un bar en la 20 Times Square llamado “Paradise Club” cobra dos palos verdes y dieciocho más en un cheque vuelve a su hotel y se suicida.
Uno de los cuatro hermanos Melvan camina por las calles más tristes de New York en South Bronx. Es algo injusto considerar al barrio con mala reputación ya que en su totalidad no es un mal barrio quizá, quienes pasen por ahí si y esta no sea la excepción. Remordimiento y culpa se quedarían sin amigo cuando el 11 de septiembre de 2021 siendo una noche tranquila y estrellada, el mayor de los Melvan va a un bar en la 20 Times Square llamado “Paradise Club”. Allí pide algo de beber, un martini. Por un instante se pierde en sus recuerdos, escucha un jazz de fondo y a todo el público aplaudiendo pues el menor de los Melvan se estaba casando. Se aproximó a la feliz pareja, los saluda a ambos con un beso en la mejilla, pero cuando está apunto de volver por otro trago Caroline lo toma por la muñeca y señala el vestidor. Era feliz, ese sentimiento comienza a desvanecerse pero no por completo cuando una joven moza le guiña un ojo y él por su mente se la imagina sonriendo. No intenta acercarse aún recibiendo aprobación del otro lado. A pesar de que no tenía ya reputación que cuidar, escuchar cada día sobre la cantidad de muertos por Covid solo lo llevó a pensar nuevamente en la tragedia. Caroline en aquella mañana saliendo angustiada pero decidida a ir en busca de su marido y él recostado observándola sin culpa, habían pasado una buena noche. Ya este último solo en la habitación, fumó un poco y bebió otro tanto mientras esperaba la gran llamada telefónica, ese 11 de septiembre del 2001.
Pasadas las veinte y treinta de la noche se dirige al baño dónde solo había un hombre secándose las manos en sus jeans negros, este mira a Melvan desde el espejo y de reojo el quinto retrete luego, se marcha rápidamente.
Melvan pide la cuenta y esta vez sí, acercándose a la barra y aunque esperaba ver otro rostro no parece sorprendido. Paga en efectivo, pide un Uber que no tardó ni cinco minutos en llegar y se dirige a su hotel. Opta subir por las escaleras a pesar del peso de sus bolsillos, gran parte del contenido va cayendo en varios escalones pero no retrocede por ello.
Vierte todo lo que trajo en la cama, dos palos verdes y dieciocho más escritos en un cheque que lo apoya en la mesita de luz. Tras veinte años de cargar solo con la culpa, el resto de sus hermanos habían pagado su deuda, los había incluido en su grandioso plan desde el principio para así entonces la gran fortuna estar a salvo pues el menor bastardo cayó junto con dos gemelas y su mujer. Sin embargo, lo que ellos no sabían era que el traidor seguía con ellos. El verdadero bastardo se dirige al balcón, mira a la gran ciudad iluminada esperando que tal vez ilumine su interior cuando el vecino de pisos más abajo prende la radio a todo volumen y suena esa canción, su canción...
Who'd have believed you'd come along
(¿Quién hubiera creído que vendrías?)
Hands, touching hands
(Manos tocándose las manos)
Reaching out, touching me, touching you
(Extendiéndome, tocándome, tocándote)
Sweet Caroline
Frank Melvan se aproxima más a la baranda hasta separarse de ella y cae.
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