Unas gemelas nacieron en la ciudad de Nueva York, en 1973. Su existencia era extravagante, todo el que pasaba cerca quedaba perplejo y no solo por su parecido sino por todo lo que eran y representaban. Su padre, Yamasaki murió en el 86 sin saber cuál sería el trágico destino que le esperaba a quienes le cambiaron la vida y al mundo.
Eran inseparables, hasta que el gran atentado acabó con ellas. ¿Fueron víctimas de una traición? Ellas cayeron, junto al gran amor de los Melvan. Al menos, el gran amor de dos de ellos.
Hablemos de otra cosa - le sugiere Caroline mientras abrocha su vestido.
¿Ya tienen lugar? pregunta Frank.
No - responde sin ganas.
¿Fecha?
Tampoco.
¿Invitados?
Aún no.
¿Estoy invitado?
No.
Auch.
¿Quisieras estar?
No.
Auch.
Aquella conversación fue ridícula, ambos sabían que ese día se encontrarían rodeados de conocidos, pero ellos no se irían juntos sino que serían Caroline y el menor de los Melvan, Stefan. Su compañero de vida, diferente al de las noches. No tan diferente, solo el nombre de pila.
La arquitectura era lo único que unía al menor y al mayor, ah y una gran fortuna. Su padre quien era un destacado científico fue galardonado en 1962 con el Nobel de Fisiología y Medicina ya que fue uno de los que descubrió la estructura del ADN. La historia a veces te cuenta un chiste porque uno de sus cuatro hijos, Frank Melvan, no compartía tal gen pues era sólo hijo de la mujer que amó y falleció cuando este nació en el 73, al igual que las gemelas. Lo crió como suyo, pero este siempre supo su verdad y detestaba que sea su realidad. A pesar de ser elegido por quien llamaba padre, siempre buscaba seguir correspondiendo y eso fue más difícil ya que luego, Emily Travis francesa y modesta le dio tres hijos al señor Melvan y él último resultó ser el más parecido a ella y favorito de todos. Raro ante sus hermanos, amado por el resto. Aunque, su madre le heredó su enfermedad, la bipolaridad. Era especial en todo sentido.
Su sueño era trabajar en una de las oficinas de las torres, no le importaba el trabajo solo el lugar. Solo ellas, estar dentro, ser parte de la historia, pero la justicia y el orden lo llevaron a convertirse en policía. Frank sí consiguió ser cadete para una empresa que poseía oficinas en una de ellas, disfrutaba conseguir lo que su hermano no pudo. Robar sus sueños e imponerse porque él llegó primero.
También llegó primero a la vida de Carolina García. Latina. Córdobesa de Argentina. Hija de un español y una argentina que fueron a vivir a los Estados Unidos en los 80. Carolina, Caroline. O Carola como Frank solo le decía ya que en español sonaba como “hola”y la hacía reír.
Mujer apasionada y fogosa, llamaba la atención sin esfuerzo. No sentía la necesidad de usar maquillaje todo el tiempo, tenía ese no se que que los volvía locos. Nadie la juzgaba, solo ella y yo claro, pues una doble vida era difícil de llevar más si se cruzaban. Además, al final de cada día sabía que elegiría a uno de los Melvan, pero ella quería ser la elegida de ambos.
Se conocieron en el verano del 99 en California. Tenían amigos en común, solo faltaba un encuentro. Una fiesta. La hubo. Se conocieron. Comenzó la obsesión. Su relación desde el comienzo fue informal y ocasional. Fin de la historia. No, claro que no. Nació una promesa que trajo confusión y deseo, pero que solo uno de ellos lo logró.
Caroline se estaba yendo con sus amigas, pero Frank la tomó por el brazo y le susurró en su oido que la llevaría a conocer una de las torres y en la azotea harían algo inapropiado como fumar o consumar este amor naciente, no son palabras de ellos sino mías, pero en fin tendrían sexo en un lugar prohibido y ellos amaban corromperse.
Aún nos queda por conocer a nuestra estrella distante y como conoció su sol y así como este puede darnos calor, nos alimenta de energía, lo podemos disfrutar, nos puede quemar, no lo puede evitar.
Un hombre inocente hasta que conoció al pecado y con ella, la perdición. Stefan, conocido por sentir demasiado y ser inestable, pero también recordemos su bipolaridad. Las pastillas hacían lo suyo, pero haber entrado en la academia, lo ayudó a ser constante y avanzar. Su tiempo y también corazón se detuvo, no literalmente, cuando vió a esa latina entrar a la comisaría en la que él era voluntario. Frank la acompañaba, pero a ella se la notaba molesta. Los habían arrestado por haber intentado entrar a una de las oficinas de las torres por la noche. A Frank lo despidieron inmediatamente y los llevaron presos. Salieron rápido y más rápido fue la química que sintieron Caroline y Stefan. Aún más rápido el odio de su hermano a ver como se miraban. Ella nunca le contó a Stefan lo vivido con Frank aunque se notaba que se sentían molestos al estar en un mismo lugar y este último tampoco hizo preguntas. Su gran pregunta y sorpresa fue al proponerle matrimonio en el 2000 en una de las azoteas de la torre. Caroline no sabía decir que no, aceptó sin pensar en él. Esa noche fue a visitar a Frank, ¿habrá ido por costumbre? no lo sé, uno vuelve a donde fue feliz o donde piensa que lo fue.
Esa noche marcó sus vidas porque desde esa noche, como diría Thalia, y en esa habitación comenzó un plan de escape.
Frank no desaprovechó la oportunidad, la hizo suya y a ella también. Comenzó a contarle su verdad sin ser el protagonista sino Stefan y que ellos podían quedarse con todo. También, chantajear a sus hermanos para asegurar su futuro no estaba de más. La historia era sencilla. El pequeño bastardo heredaría toda la fortuna familiar ya que su personalidad y favoritismo siempre lo coronaron.Debían acabar con él, según las palabras del verdadero bastardo. No distinguían que el trato hacia él era por su enfermedad. Cuando hay celos y envidia, ellos ganan. Porque para ver corazones, todos son ciegos.
No volvieron a hablar desde aquel encuentro, pero a Frank ya no le importaba pues algo más fuerte los unía. Una venganza inventada por el propio mal que lo consumía día a día.
Sabía que lo tenía que pensar bien, un movimiento en falso y Caroline no será parte. Él aunque lo confunda con amor, quiere ser el todo de alguien. De alguien no, de ella. De la mujer de su hermano. ¿Qué le ve a Stefan? ¿La complacerá más?
Para esa navidad, Caroline y Stefan anuncian la fecha del casamiento. 12 de septiembre del año próximo. 2001.Frank la ve sonreír, pero no eran sonrisas sinceras. Esas no, aunque no recuerda cuales si, era experta en fingir. Si esa noche volvían a estar juntos, las palabras no eran necesarias para comprobar que todo seguía en marcha. El resto de los Melvan con miradas cómplices para los amantes, cenan tranquilos. No sabían los términos, ni cuando, ni donde, pero Caroline sí.
Abrí tu regalo cuando estemos solos. Le ordena Frank cuando la agarra cerca del baño.
Hoy no - responde Caroline- me quedo en casa.
Bueno, cuando estés sola. Se marcha apretando su puño.
Era un detonador con el típico botón rojo en el medio. Caroline se rió, estaba desquiciado. Sabía que era en serio así que para esa tarde fue a verlo.
Stefan semanas antes de la boda, estuvo teniendo varios episodios y no quería tomar las pastillas, viene por ahí o sabrá la infidelidad de su prometida y la traición de su hermano?
La situación se volvió más tensa cuando este le quiso pegar, Caroline huyó y fue tras esos brazos que la contenían y por un instante se sintió amada. Quiso seguir con el plan.
La mañana del 11 de septiembre, las gemelas tendrían sus últimas horas al igual que 2.996 personas. Caroline se levantó y tuvo un ataque de pánico, se vistió rápido. Frank se despiertó. Se encontraban en una cama del MOXY NYC Times Square.
¿Dónde está? dice alterada.
¿Tu zapato? lo tenes puesto, responde gracioso.
Ya sabés lo que estoy buscando, el detonador- escupe alterada.
Todavía no es la hora, tranquila.
No quiero hacerlo.
Frank pudo leerle los ojos, estaba arrepentida. Era la primera vez. Él quizás esperaba ese arrepentimiento pero por estar con Stefan a la luz del día. Hace mucho que todo está permitido, incluso matar solo que Caroline dejó de querer derribar el 7 World Trade Center.
Tomó sus cosas y empezó a bajar las escaleras mientras marcaba el número de Stefan. Buzón de voz. Genial. Se encontraba a un par de cuadras, había tráfico. Tomó un taxi e intentó una vez más. Buzón otra vez.
“Hola, Stefan. Soy yo, Caroline. ¿Podemos vernos? ¿Ahora? Quiero verte. Estaré esperándote en la puerta de la Torre Sur. Te aprecio.”
Te aprecio, que es eso. Nunca le dijo te amo a nadie esa mujer y por sus actos vemos que no quiere ser una amante asesina, tampoco rica. Puede ser que estuviera tan acostumbrada al afecto y a la demanda de ambos que perder a uno de ellos la dejaría vacía. Ya lo está. De querer a los dos, se quedó sin ninguno. Al igual que Yamasaki, pero murió sin la mínima sospecha que su creación tuviera tan pocos años de vida y que se convirtiera en tragedia. Tal vez, la misma ambición de Caroline por querer a ambos al mismo tiempo fue también la de él, por eso construyó dos torres idénticas siendo una sin dejar de ser dos. Su historia se fusionó con la historia. No hubo arrepentimiento que sirviera.
Nunca encontró el objeto que traería muerte y mucha culpa. Su esperanza era que Stefan se encontrara con ella en los próximos minutos, pero otro plan estaba en marcha.
En el vuelo 11 de American Airline (AA11) entre 81 pasajeros viajan cinco atacantes.
En otra terminal y con 56 pasajeros, 5 son secuestradores. El golpe comienza en los aires. Se desata el caos y el terror.
Algo está mal. Todo está mal. Stefan llega con Caroline y todavía no había señales de bombardeo, pero este saca un cuchillo y se lo clava en el abdomen y grita - siempre lo supe, Carola. Un pedazo de escombro cae sobre él y muere en el acto.
El edificio, que contenía oficinas de la CIA, el Departamento de Defensa y la Oficina de Manejo de Emergencias, se derrumbó horas después de las Torres Gemelas sin ser alcanzado por un avión ni atacado directamente. ¿Frank Melvan?
Bueno, sobreviví. Tuve que aprender a vivir con secuelas físicas y emocionales.
Pero me querés contar que hacías en la Torre Sur ese día.
Llegar tarde al trabajo me salvó la vida, pero a ella no. A él tampoco. Murieron antes.
¿Los conocías?
No, pero su historia sí. Ya te la conté.
Quizás podamos hablar de otro tema, me sugiere.
Es mi tiempo - le respondo mirando un punto fijo que encontraba seguro.
¿Algún otro tema que quieras hablar?
Fin.
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