El Juego del Calamar, serie estrenada hace poco en Netflix, se convirtió en la producción más vista en la plataforma y si, te engancha. En lo personal, me enganchó y mucho. Es producida para mayores de 16 años por el contenido delicado y lenguaje inapropiado, pero he escuchado a niños menores jugar en la calle haciendo referencia a la serie, imitando su lógica. No esta bueno, es perturbador. No son juegos para imitar. Adultos que la maratonearon en un fin de semana y yo, la vi junto a mi familia por las noches de los primeros días de octubre. Todavía recuerdo la cara de papá en escenas determinantes y como entrecerraba los ojos o miraba para otro lado. En cuanto a mi hermana, comentarios sobre lo que iba sucediendo y que no lo podía creer. Y yo, yo solo miraba tanto la realidad como la ficción y esta última era más adictiva cada vez.
Si no la viste, alguien que conozcas incluso dentro de tu grupo familiar o con quien te relacionas la ha visto. La trama es simple, pero profunda. Un grupo de personas con numerosas deudas deciden participar en un misterioso juego infantil que ofrece como premio una exorbitante cantidad de dinero. Esa es la premisa. Ricos y pobres. Pobres que deben morir. Ricos que disfrutan mirar mientras sucede.
¿Se te viene a la mente los juegos del hambre de Suzanne Collins? porque a mi si.
Intentaré hacer un resumen sin spoilers, claro y con una mirada profunda sobre como me sentí al respecto.
Son seis juegos a los que seguramente has jugado de niño. Los jugás y ganas. No. Casi. Acá no se trata de perder o ganar sino de jugar aunque no lo parezca porque lo interesante es lo que pasa jugando, si estás para continuar o ya te pegaron un tiro en la cabeza.
El primer capitulo me sorprendió, no había visto el trailer así que no sabia de que se trataba solo que era coreana, ah y que habían personas vestidas con monos rosas parecidos a los de la Casa de papel solo que con mascaras y en ellas, dibujadas símbolos, triangulo, circulo y cuadrado. Luego, la serie fue en aumento, bien pensada ya que en un punto te muestran la vida de cada personaje, conociendo sus miserias, te comienzan a importar. Los amas, los odias y viceversa.
A medida que avanzaba la trama, me preguntaba si sería capaz de jugar, si sería capaz de matar y traicionar. ¿A quién?
Si te equivocas, mueres. No hay perdón, no hay segunda oportunidad.
Me pone la piel de gallina pensar en lo bien que este audiovisual representa al poder, a la historia, a nosotros. No estamos tan lejos de ese futuro.
Vivimos compitiendo día a día, no jugando ni ganando dinero fácil, y poniéndole un costo a mi cabeza, pero si a mi tiempo y a lo que quiero. Todo cuesta, todo sale. Todo aumenta.
Podemos distinguir a un ganador a medida que avanzamos con la trama, pero también lo importante son los operarios, los de mono rosa, teniendo jerarquías según el símbolo. Vendrían a representar a los trabajadores, militares y lideres. Ocultan su identidad y no hay que perderlos de vista o ellos te harán perder.
Quiero hacer hincapié en el primer juego llamado “Luz roja, luz verde”, se le escucha cantar a una muñeca gigante: “Jugaremos, muévete luz verde”, tras ello se queda en silencio y los competidores que estaban corriendo deben detenerse y quedarse inmóviles; sin embargo, uno de ellos, no puede y se mueve. La muñeca, encargada de vigilar al ver movimiento de un jugador, lo hace perder no solo el juego sino la vida. Recibiendo una bala proveniente de los ojos de la muñeca, por lo que varios comienzan a correr, pero todos son detectados y “eliminados”.
Me impacta la influencia que esta teniendo, el mensaje que puede transmitir a toda generación y la rapidez con la que sucedió. Ha encabezado el top 10 en varios países incluyendo Argentina. Este halloween pasado, adolescentes han optado por usar vestimenta de los personajes. Mi primo de seis años comenzó a jugar el primer juego en sus recreos sin ver la serie, pero entendiendo a la perfección. Fingiendo su muerte si su compañero lo ve.
No fue ver una serie y ya. No fue una más. Aunque no lo busqué ni lo esperé, ver El Juego del Calamar me hizo vivir una experiencia emocional jamás vivida. Un antes y un después de mis acciones, gestos, pensamientos, gustos. No tiene sentido. Yo no jugué, solo los vi jugar. Perdón. Solo los vi actuar. Es ficción. Es creación de Netflix, pero es realidad porque pude leer entre líneas como millones de personas. Entendimos. No queremos ser eliminados.
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